jueves, 8 de agosto de 2013

Cordillera Blanca: diario de viaje (día 1)

Hoy comienzo a reproducir todo lo que escribí durante el increíble viaje que hice a la Cordillera Blanca, Perú, con mis amigos Ricardo y Fran. Hemos visto muchos lugares y conocido a muy buenas personas durante este viaje además de haber escalado y haber estado rodeados de muchas de las montañas mas salvajes y bellas del planeta. Espero poder compartir con quienes lean estas páginas, y que experimenten leyéndolas y ojeando las fotos que suba, al menos una pequeña parte de todas las cosas que hemos visto, oído, sentido y aprendido durante todos estos días de aventuras, de montaña y de andinismo. Si la vida me da la oportunidad algún día volveremos a Perú a cumplir alguna promesa.

05/07/2013

Son las 00:30, el avión está a punto de despegar. Las instrucciones de seguridad suenan por los altavoces en castellano y posteriormente en inglés y las imágenes correspondientes se muestran en una pantalla que tenemos justo delante.

Nos esperan unas 12 horas de vuelo pero, a diferencia del vuelo a Cuba, estamos situados en un sitio amplio, cerca de la salida de emergencia y detrás de uno de los baños del avión. Tenemos que dedicarle unas palabras de agradecimiento a Alvarito por habernos conseguido estos asientos.

El avión se mueve, estamos a punto de despegar y no me hace ninguna gracia el despegue ni las 12 horas encerrado pero todo esfuerzo tiene su recompensa. Ya estamos en el aire, el avión sigue subiendo pero ya podemos ir al servicio y las azafatas creo que se han ido a “preparar la cena” ¿Pondrán alguna película? Y si la ponen ¿Se oirá algo por los altavoces de mierda? Efectivamente la sobrecargo nos acaba de informar de habrá cena y desayuno y de que se van a proyectar tres películas.

Unas 10 horas después… nos acaban de traer el desayuno, yo me he comido dos uno para mi y otro para mi tenia. Ahora mismo quedan 57 minutos para llegar al destino, según la pantalla ya hemos cruzado hace un rato el ecuador y estamos sobre algún punto de la frontera entre Brasil y Perú y nos están entregando unas octavillas “Tarjeta Andina de Migración”.
Salir del aeropuerto nos ha costado un rato largo, primero hemos estado esperando más de media hora a que salieran nuestras maletas y luego casi otra hora para pasar por la aduana. En total, desde que hemos aterrizado hasta que hemos salido a la calle habrán pasado casi dos horas. Al salir nos estaba esperando Oswaldo y allí hemos conocido a otro miembro de nuestra expedición, Jordi, de Tarragona. Así que de momento somos Ángel, un chico de Valladolid con el que ya habíamos hablado pero que no conocimos hasta estar en la terminal de Barajas, Fran, compañero del Club de Montaña Nemus, Ricardo, Jordi y yo.

Oswaldo nos ha llevado en dos coches con nuestros bártulos hasta una pequeña estación de autobuses. Allí ha comprado nuestros billetes y ha dejado nuestras maletas listas para cargarlas cuando llegara nuestro autobús. En el trayecto hasta aquí hemos sabido que Lima tiene 10 millones de habitantes, la cuarta parte de la población de todo Perú. En Lima la circulación es caótica, no tanto como en Marruecos o Cuba, pero se conduce de forma un tanto anárquica y los toques de claxon abundan en cada cruce.

Caía una ligera llovizna al salir del aeropuerto que cesó al llegar a la estación. Tras comprar los billetes y dejar las maletas nos hemos tomado unos cafés en un bar junto a la estación. Yo me he hecho una cura a mis dedos (esparadrapo + ibuprofeno + venda) y a las 08:30 nos hemos montado en el autobús entre fuertes medidas de seguridad, el autobús ha entrado en un patio, unos guardas han cerrado las puertas y mientras cargaban las maletas hemos ido entrando cada uno a nuestro asiento. Justo antes de salir, un guarda de seguridad que viaja con nosotros nos ha grabado uno a uno la cara y ahora, mientras escribo, estamos saliendo de Lima. Nos han dicho que el viaje durará unas ocho horas y que alcanzaremos una altitid de 4.200 metros sobre el nivel del mar (msnm) en un puerto de montaña así que, de alguna manera, ya empezamos a aclimatar.

Hace un rato hemos parado a comer en la carretera y hemos comido realmente bien. Yo he pedido sin saber lo que era, tacotaco de lomo de ternera (era una tortilla de arroz con carne asada con cebolla y patatas) también hemos pedido un plato de ceviche que estaba delicioso (pescado macerado en limón). Después hemos vuelto a subir al autobús y al empezar a entrar en las montañas se ha despejado. El terreno es yermo, no crece nada, ni liquen, es totalmente desértico menos los cultivos a los que llega el agua canalizada desde las zonas más altas de la montaña.

Dicen, y tienen razón, que mientras Lima suele estar cubierto de nubes según te adentras en las montañas suele predominar el sol. Ya estas primeras montañas tienen una altura considerable, se aprecian morrenas que podrían deberse a antiguos glaciares que habrían tenido un tamaño descomunal.

Ricardo y yo hemos llegado a la conclusión de que vamos en el autobús del amor porque las tres películas que nos han puesto eran de gente que se enamoraba (un niño la primera, una pareja joven la segunda y un cowboy la tercera) y ahora está sonando, por tercera vez consecutiva, un disco de “las Jaraneros de Huaraz”, creo que dicen, unas letras cursis a ritmo de música popular peruana… y mientras tanto nuestro autobús no deja de coger altura curva tras curva por una carretera que, por la ruta que hacemos, debe ser importante y muy transitada pero que es equiparable a cualquier carretera secundaria de España. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero seguimos subiendo… este puerto debería acoger una carrera ciclista para super-hombres.

Hemos llegado hasta 4.080 metros, había una laguna, la laguna Conococha y ahora estamos bajando de nuevo hacia Huaraz, nuestro primer destino, hasta el que habremos tardado 24 horas más o menos (12 de vuelo, 1:30 de aeropuerto, 30 minutos de taxi, 1 hora de espera y 7:30 de autobús) Queda aproximadamente una hora para llegar a Huaraz, a casi 10.000 kilómetros de casa.
Buuuuh!! A lo lejos asoman algunos picos impresionantes, auténticas agujas de roca y hielo.

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