lunes, 26 de julio de 2010

Mont Blanc - 25 Julio 2010

24 de Julio de 2010

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Comenzó el día nublado en el camping "Les arrolles", a un kilómetro de la estación del teleférico que sube hasta el Aguille du Midi. Las previsiones prometían una clara mejoría pero nosotros no la estábamos viendo. Aprovechamos algunos claros de sol para secar el material como pudimos. Pusimos nuestras cosas encima del coche, encima de la tienda y colgadas en un tendedero del camping. Alrededor de la una de la tarde ya estábamos casi listos, comimos algo de fruta, cerramos la tienda y nos pusimos los macutos.

Al llegar a la estación del teleférico no tuvimos que esperar ni diez minutos y ya estábamos subiendo. El día seguía nublado, húmedo y frío y al llegar a la primera estación todo seguía igual solo que mucho más alto, hacía más frío y nos tuvimos que abrigar bien. Durante el trayecto del segundo teleférico nos adentramos en esas nubes que llevaban tres días descargando y que hoy aún seguían allí. El panorama era desolador. Era una nube tan espesa que casi no se veían los cables de nuestro teleférico. Con el tiempo así no podríamos hacer nada, nos iba a tocar darnos la vuelta y perder los 82€ de nuestros billetes... pero de repente: ¡Se hizo la luz! Estábamos por encima de las nubes y aún quedaban alrededor de doscientos metros de altitud para llegar al Aguille. La gente del teleférico, setenta y dos personas con todos sus enseres envasadas al vacío, aplaudió. ¡Era maravilloso!

Ver a ras de un mar de nubes tan espeso como aquel asomar todos los picos de los Alpes, los cuatromiles de los Alpes, ha sido espectacular. No hay cámara de fotos que pueda captar ese momento. Ricardo lo intentó y consiguió, aún a través del cristal del teleférico, fotos muy buenas.


La alegría, por supuesto nos invadió. Salimos de allí con muchísimas ganas y energía renovada a embutirnos dentro de todo nuestro material. Nos pusimos el arnés, preparamos la cuerda y nos atamos, y por último nos pusimos los crampones para poder salir a la nieve a través de un tunel que hay cavado en el hielo al final de uno de los pasillos de la estación del Aguille du Midi.

En ese tunel de hielo Juan se hizo un par de fotos con unas extranjeras, diría que eran índias, que estaban por allí fotografiándolo todo. (No lo pude evitar, se sentía fotogénico y además se fueron las dos super contentas, jeje) Al salir por el tunel oimos hablar español a los primeros de la fila de gente que subían y el primero de ellos se dispuso a hacer una foto a la gente que salía por el tunel de hielo que éramos nosotros. Así que Juan le dijo que nos podá hacer la foto si luego nos la mandaba. El chico, no recordamos el nombre, accedió de buen grado. Hablamos durante unos minutos con él de todo y de nada, del tiempo, de las previsiones, de lo que habíamos hecho nosotros estos días y de lo que queríamos hacer, también de lo que había hecho él, un viaje relámpago en avión para poder subir esa mañana a pisar la nieve de los Alpes. ¿Habrá recordado mi dirección de correo? Un saludo a él y a la mujer que le acompañaba, eran muy majetes los dos.

Una vez les dejamos atrás bajamos por la cresta de nieve y luego por el camino que va por la pared de hielo y nieve (con alguna grietecilla de esas que no se ve el fondo) hasta el Mer di Glace. Allí, en un periquete, montamos nuestras tiendas y llamamos a nuestras familias.



Cada vez nos organizamos mejor. Los macutos vacíos y "comprimidos" al fondo de la tienda, el material de ataque bien preparado junto a la puerta, dentro o fuera, depende del espacio disponible, las esterillas hinchables y los abrigos en el suelo para aislarnos del frío... A las siete de la tarde ya habíamos cenado y estábamos dentro de los sacos.

Fuera de la tienda hacía un frío de mil demonios, muchos grados bajo cero, dentro de la tienda también. El día se acabó con una excursión relámpago de Ricardo a mear.

¡Qué frío!



25 de Julio de 2010

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Son las doce y media de la noche. Suena el despertador y durante un largo rato nadie le hace caso. Lo oímos pero no hay cojones para sacar la mano del saco. El despertador se calla.

Son las doce y cuarenta. Vuelve a sonar el despertador. Ya habíamos contado con ello y durante estos diez minutos nos hemos ido preprando para este momento. Una mano sale del saco y lo apaga. El frío ralentiza cada uno de nuestros actos. Ponerse el pantalón sin salir del saco es toda una odisea. Calentar el termo de café que llevábamos preparado se convierte en una operación de alto riesgo para no quemarlo todo. Bien abrigados y con el estómago lleno de café calentito salimos de la tienda y vemos que la luna, casi llena, lo ilumina todo. Ya se ve la primera hilera de luces a lo lejos y del refugió está saliendo "La marabunta". ¡Corre, corre! Nos atamos, cogemos nuestras mochilas de ataque, crampones, piolet, casco y ¡adelante!

Nos ponemos a andar, despacio al principio pero al rato cogimos nuestro habitual ritmo "de machacas" y empezamos a sortear los obstáculos que ya conocíamos de nuestro anterior intento pero que ahora estaban tapados por alrededor de veinte o treinta centímetros de nieve nueva. Cruzamos las grietas y al llegar a la escalera nos encontramos con el primer atasco. Justo delante nuestro había un grupo de españoles, catalanes creo, y nos comentaron que los que estaban formando el atasco era un grupo guiado que, de muy malas maneras, les acababa de adelantar. Seguimos subiendo, en fila india y despacito porque ese grupo que iba delante no se dejaba adelantar. Nosotros ya nos sabíamos más o menos donde acababa la cuesta, en el collado de Tacul, y llegando allí Juan, que iba detrás, dice: ¡Lijada Richard! a lo que Ricardo responde saliéndose del camino y duplicando el ritmo. Juan le sigue detrás a cinco metros de distancia. Adelantamos a los españoles y luego al grupo que nos iba frenando justo al llegar al collado. El collado aquel estaba lleno de grupos, cinco o seis, todos ellos descansando después de la subida y nosotros no paramos, es más, aceleramos el paso puesto que ahora tocaba bajar.


No hacemos el primer descanso que teníamos planeado despues de los primeros 600 metros de desnivel y seguimos caminando por el collado de Tacul, ahora descendiendo, hasta las palas de nieve que daban al Mont Maudit. Esta subida es mucho más dura y más técnica que la anterior. Más corta pero más vertical. Cuatrocientos metros de desnivel plagados de grietas, placas de hielo, sheraks y gente luchando por subir y bajar al darse la vuelta cagada de miedo al ver el panorama de los mismos pasos clave. En concreto el peor tramo es una placa de hielo que recorre los últimos cincuenta metros de tan tremenda subida.


Allí nos encontramos con un montón de cuerdas, algunas de ellas fijas, en una pared casi vertical de hielo. Había gente dándose la vuelta, acojonada, que se agarraba a todo, incluídas nuestras cuerdas. Un guía francés (me cago en él y en toda su familia) seguido por un oriental (que también me cago en él) me empezaron a adelantar por la derecha. El hijo de la gran puta me quitó una cuerda de la mano diciendo que la estaba usando él (me cago en tu madre que esta cuerda no es tuya) y yo le eché la bronca y le dije de todo en todos los idiomas que conozco. Me eché a la izquierda y les dejé pasar.


Mientras escribimos esto Ricardo comenta que antes no era así, que si no se podía adelantar no se adelantaba. Lo lógico, ¿no?. Pero ésto se ha convertido en un "turisteo". Los guías quieren hacerlo rápido, no quieren que sus clientes esperen, y la gente con modales, casi siempre extranjeros, les cedemos el paso por pura prudencia. Podríamos entenderlo ya que nos hemos enterado de que una ascensión puede rondar los 500 o 600 € por persona pero nuestra opinión es que son unos insensatos (Juan añade: ¡maleducados de mierda!)


Dejamos pasar al japo y a su guía y seguimos de cerca a unos alemanes, creo, que subieron por la izquierda, más vertical pero menos hielo y con una cuerda fija menos transitada. Subimos despacio, poniendo el pie justo donde lo había puesto el que iba delante y por fín llegamos al collado del Maldito o Col du Maudit. Allí nos paramos cinco minutos y bebimos un poco de agua. Juan le dice de todo al guía francés cuando éste pasa a nuestro lado para continuar su marcha con su japo a lo que el guía contesta con una arrogane sonrisa. ¡Que te den pomada chaval!

Nota:

- En la montaña siempre tiene preferencia el que sube a no ser que no entre más gente donde se encuentra el que baja. (lógico)

- En la montaña debes facilitar el adelantamiento echándote a un lado y ante un atasco en algún paso se debe esperar. (más lógico aún)


Desde el Col du Maudit disfrutamos de un espectacular amanecer:



¡Y por fín divisamos la cima del Mont Blanc!



Ambos pensamos que ya está todo hecho y sin esperar más, ya que hace un frío de mil demonios y ambos notamos síntomas de congelamiento en las manos y en los pies, guardamos el agua, que estaba "granizada" aún estando en la mochila, y seguimos andando. (Juan dice que nunca había pasado tanto frío).
Nos quedaban los cuatrocientos metros de desnivel más difíciles y más desesperantes de nuestra vida. El camino no se acababa nunca y a cada curva le esperaba una cuesta más empinada incluso que la anterior. Por dos veces pensamos que ya estábamos llegando a la cima pero estábamos equivocados y nos tocaba recuperar el aliento y seguir subiendo. Un paso, dos respiraciones, otro paso, y con el corazón en la boca, otras dos respiraciones. Y así, paso a paso, fuímos notando cada vez más la falta de oxígeno. Y el camino no se acababa nunca. Otra curva, otra cuesta y menos oxígeno... y otro paso y tres respiraciones...

Por fín lo vemos, está ahí, hay gente parada haciendo fotos. ¡Es la cima! Está a unos escasos cincuenta metros que se nos hacen eternos. El viento sopla desde nuestras espaldas y lo congela todo a su paso. Nos quedan tan solo unos diez pasos a la cima y nos tenemos que parar unos segundos a descansar... ya estámos... ya estámos...

¡Cima!



Llegar allí después de siete horas casi sin parar. El frío extremo, el poder ver amanecer a cientos de kilómetros de distancia... el miedo, el cansancio, la fatiga y el dolor... han merecido la pena. ¡Estamos en el techo de Europa!

¡Aleeee pollooooo! ¡Lo hemos conseguidooooooooooooooo!

(Y saltan algunas lágrimas de la emoción)

Disfrutamos de las vistas y por fín descansamos. Comemos algo. Bebemos un poco de granizado, llamamos a los más cercanos y para abajo, que nos pelábamos de frío.

El descenso desde el Mont Blanc al Col du Maudit es sencillo, agotador y largo pero sencillo. El viento no deja de soplar de cara en ningún momento y el sol no calienta así que no nos paramos mucho tiempo en el Col du Maudit, tan solo para comer algo más y hacer alguna foto.

Toca la pared de hielo y por suerte en ese momento no hay nadie. Juan baja hasta el comienzo de una cuerda estática que sale del hielo asegurado por Ricardo. Hay una foto del momento en el que Juan se asegura y prepara le reunión.



Luego baja Ricardo, despacito y con buena letra supera a Juan y se queda 10 metros por debajo. Ambos, con un nudo prusic (autobloqueante) cada uno vamos bajando poco a poco. Aparece un grupo guiado que mientras bajamos nosotros, como se debe bajar, se va agarrando a todo lo que pilla, incluído nuestro material y nuestra cuerda. No obstante el guía es majete, nos aconseja que hacer y que cuerdas utilizar y al final del paso hablamos un rato con él. Está un poco loco, imprudente, pero al menos tenía modales. Desde ahí descendemos hasta el Col du Tacul y nos paramos, por fín, en un lugar "calentito". Empieza a apretar el sol pero ninguno de los dos se quita nada de ropa. Sigue haciendo un frío de pelotas. Otro bollito, otro poco más de granizado insípido y palante, que aún queda mogollón por andar.








Subimos hasta el comienzo del descenso más largo, la bajada del Tacul. Estamos molidos. Hacemos la bajada muy tranquilamente a una distancia considerable de otro par de grupos hasta que llegamos al tramo de la escalera donde, muy respetuosamente nos vamos dejando bajar sin agobios. Primero un grupo, se aseguraban, bajaban todos, luego otro grupo y así hasta que empezamos a bajar nosotros.

Juan asegura con su piolet y Ricardo empieza a bajar, a aproximarse a la escalera. De repente llega una pareja, a toda prisa, una chica delante y un chico detrás, que se pone justo entre nosotros. Les decimos que se esperen, que estan en medio y molestan. La tia (hijadelagranputamecagoensuputamadremilveces) decide que no, que somos guiris y que baja ella primero. Debe ser que esta montaña es suya así que nada, nos toca esperar y ver como se apañan para bajar la escalera los putos guias estos maleducados (opinión general) para poder bajar nosotros.

Y bajamos, sin mayor problema, y comentamos la jugada de la cerda esa y su colega con un guía español (de Madrid) y su cliente que habían bajado justo antes que nosotros. Por lo visto son así todos los guías locales, no quieren que sus clientes esperen y van "a saco" sin importarles una mierda los demás.

Seguimos la bajada tranquilamente hasta la tienda. Fallan las piernas. Los últimos 200 metros de desnivel son criminales, asesinos de gemelos y de dedos de los pies. Por fín llegamos a la tienda pero no podemos entretenernos demasiado. Descansamos, sí, pero poco. Nos quedaban unos 350 metros de desnivel para llegar al teleférico y los teníamos que hacer con el macuto lleno. Atados y con todo el material a la espalda y sabíamos que íba a ser muy, pero que muy, duro. Así que recojemos todo sin entretenernos pero sin prisa y nos ponemos a andar hasta el teleférico.

¡Hardcore!

¿Cuanto tardamos en subir? buf! Este tramo sí que se hizo eterno. Dolor a cada paso en pies, gemelos, cuadríceps, culo, espalda, brazos y hombros. Vamos, dolor de todo. Pero por fín llegamos al teleférico.

¡Ha sido una gran aventura y además hicimos cima!


Hemos retocado esta foto para intentar marcar toda la ruta. No se ven todos los tramos pero es en la que más parte del camino se divisa.



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Nuestro siguiente reto es el Cervino.


Sale en muchas de nuestras fotos de estos días ya que su silueta es característica. Después de lo que hemos visto, de cómo se comportan en la montaña y en las situaciones complicadas los guías, nos estamos planteando que hacer. En el Cervino hay más escalada que trekking y está casi completamente equipado con cuerdas fijas y maromas ya que toda la arista Hörnli es muy aérea. Sabíamos, por experiencias leídas de otros alpinistas españoles, que el uso de todo ese material de seguridad era caótico y sin consideración, imprudente, pero después de lo que hemos visto nos tememos que sea maleducado y egoísta, con prisas y de malas maneras así que lo que vamos a hacer va a ser acercarnos a "evaluar el percal".

Hoy perrearemos, que es lo que llevamos haciendo toda la mañana. Aseo, colada, recuento y revisión de material... Esas cosas. Mañana iremos por la mañana a Zermatt con intención de subir al refugio Hörnli. En principio podemos acampar allí (entre las rocas) pero no es seguro que se pueda.

El plan es un palizón, subir con comida para tres días puede suponer un esfuerzo demasiado brutal después de todo lo que hemos estado haciendo estos días pero no nos queda más remedio si queremos probar el Cervino. Si consiguiéramos estar mañana por la noche allí arriba tendríamos tres días para intentar subirlo, miércoles, jueves y viernes, y dos días para volver tranquilamente a casa. Si consiguiéramos hacerlo antes igual nos da tiempo a hacer alguna parada a escalar mientras volvemos. De todas maneras, si vemos que no vamos a poder disfrutar del alpinismo en toda regla sino que vamos a tener que luchar con una jauría de guías y clientes por coger cada cuerda del camino, nos daremos la vuelta. Nosotros hemos venido a aprender y a disfrutar haciéndolo.

Saludos desde Chamonix.

TMWMT


PD:

- Tana muchas gracias por el lomo, estaba muy rico.

- Ricardo: Quiero de dedicárselo a Ignacio López Fullana, con quien primera vez intente este reto, iniciándonos en este maravilloso deporte, el alpinismo.


Y sobre todo muchas gracias a todos los que nos habeís seguido este año lleno de aventuras.

1 comentario:

  1. Muy grande chavales, enhorabuena!!Ahora a por el Cervino, espero que lo sigais disfrutando a saco!
    Ale chavales, saludos y animo que ya os queda na!

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