sábado, 20 de abril de 2013

Cuba: diario de viaje (día 1)

--- 23 de marzo de 2013 ---
(escribo esto al despertarme hoy día 24) 


Salimos a eso de las nueve de la mañana del hotel hacia el capitolio y la ciudad vieja y nos fuimos asombrando en cada cruce, cada cuadra como aquí llaman a las manzanas, con la pobreza de sus gentes y el desgaste de sus edificios y sus pertenencias. A nadie le sorprenderá si yo dijera que Cuba es un país muy pobre. La gran mayoría de las calles están llenas de zanjas y agujeros y la apariencia de los edificios es de estar en ruinas, de hecho muchas lo están.
Teníamos mucha hambre pero no nos atrevimos a entrar a desayunar en varios de los paladares que nos encontramos. Ya cerca de la Plaza de las Armas, frente a la dulcería Santo Domingo había un puesto con dulces y bollería y al entrar a preguntar nos dijeron que había sitio en la planta de arriba. Allí desayunamos solos muy a gusto y una camarera muy amable nos contó cosas sobre Cuba, La Habana, las propinas que hay que dejar en los baños, etc. Pagamos y seguimos andando. Llegamos al malecón, a la que llegábamos vimos una calle cortada en la que estaban rodando una película de época (años 20) y se nos presentó una mujer mayor que era profesora de francés y a la que le gustaba mucho el cine español, sobre todo el de Carlos Saura, pero también nos preguntó por Almodovar… seguimos andando hacia el este hasta pasado el ferrocarril y ahí nos volvimos a adentrar en la ciudad y las calles cochambrosas llenas de gente.

No serían ni las once y media, pero vimos a unos en un sitio muy cutre tomándose unos chupitos de ron y decidimos tomar algo. Pedimos unos mojitos pero no estaban acostumbrados a los turistas y no tenían ni vasos, ni hielo, así que nos tomamos unas cervezas: Polar fuerte, rubia, ligeramente tostada y con un regusto peculiar. A mi no me gustó demasiado.

Mientras estábamos con nuestra cervecita se nos presentó Jorge, nos contó su vida, hablamos de los precios de las cosas y de todo un poco y nos dejó una nota con un paladar cercano a la plaza de las Armas para el que él trabajaba atrayendo clientes. Seguimos nuestro paseo y vimos las plazas más importantes de La Habana. Andamos un tramo muy largo del Malecón hacia el oeste hasta volver a pasar por delante de nuestra casa para seguir hacia la plaza de la Revolución. Hacía muchísimo calor y a todos nos dolían los pies… nos paramos en un sitio que ofrecían bebidas y nos tomamos cuatro zumos de piña y tres de ciruela… (paro porque tenemos que irnos... seguiré escribiendo en el coche...) 

--- Ahora escribe Gema ---

Al ir a pagar sacamos CUC y la señora nos dijo que eso era mucho dinero, que allí se pagaba con pesos cubanos. Los precios no son los mismos para cubanos y turistas.
Seguimos caminando y, mientras hablábamos de lo ocurrido, se metió en nuestra conversación Ramses, un chico cubano casado con una catalana que nos explicó con más detalle el tema de las monedas. Antes de despedirse nos dijo que si queríamos comprar puros le llamáramos porque si los compras acompañado de un cubano a éste le dan un lote de comida. 

Continuamos el trayecto muy cansados y cada vez con los pies más doloridos y llegamos, por fin, a la famosa plaza de la Revolución que no es más que un descampado grande y asfaltado en el que se pueden contemplar los rostros de Fidel y el Che en la fachada de dos edificios. Nos hicimos las fotos de rigor y nos buscamos un huevito (o cocotaxi) para ir al centro. 

Los huevitos son de tres plazas, así que el que oreció llevarnos llamó a una compañera. Nos pedían 14 CUC por el viaje. Entonces Gema dijo que igual era mejor ir en taxi porque saldría más barato. En ese momento nos bajaron un poco el precio a 12 CUC.
Les pedimos que nos llevaran a la plaza de las Armas y la conductora nos recomendó un sitio para comer y nos dejó en la puerta. No sabíamos si comer ahí o no y nos estábamos yendo cuando Raúl se dio cuenta de que ese era el mismo paladar que nos había recomendado Jorge por la mañana y entonces entramos. 

Comimos de puta madre, ropa vieja los chicos y langosta las chicas. Las viandas fueron ensalada, plátano frito y moros y cristianos (arroz con frijoles).
Antes de terminar de comer, pero después de que un guiri echara la bronca a Raúl por fumar, apareció Jorge y se armó la marimorena porque Jorge reclamaba su comisión por habernos recomendado el sitio y la conductora también la reclamaba porque ella nos dejó en la puerta. Discutieron y al final fue Jorge quien se quedó la comisión; a nosotros nos dio un poco de pena y acabamos dándole 13 CUC a la conductora del huevito. 

Al salir de allí íbamos por la plaza de las Armas hablando sobre cuando sería la próxima vez que no fueran a timar, cuando de repente, aparecieron 3 músicos a acorralarnos contra una valla. Nos tocaron Chan Chan de Compay Segundo: http://www.youtube.com/watch?v=P2dFLlaEaIU
Y al ir a darles algo de dinero Juan se vació los bolsillos y salieron unos cuantos CUC y una tirita. Salimos medio corriendo pensando en que ya era casualidad ir hablando de eso y que nos abordaran, cuando llegó un tío haciendo una caricatura de Juan. Intentamos huir de él pero fue casi imposible él nos perseguí diciendo que Juan tenía “barba como mi comandante” y Juan le dijo que le había pintado con cara de enfadado. Al final insistimos en que no le dábamos nada y le regaló el dibujo a Juan.
Nos sentamos en un banquito a la sombra para ver qué hacíamos después y lo que hicimos fue ir a una terracita a tomar el primer mojito. Vimos las guías de viaje para planificar un poco el viaje. Después de un rato allí nos fuimos a otro bar que tenía músicos y había varias mesas con cubanos, nos dio buena pinta y allí nos quedamos. 

Pedimos más mojitos y más Cristal. En la mesa de en frente estaba Maikel Nait, un tío que comía chupando todos los cubiertos que se encontraba a su paso. En la mesa de al lado había un grupo de mujeres cubanas de fiesta y Noemí, la más entrañable, sacó a Raúl a bailar y al final acabamos todos bailando. 
No entiendo muy bien lo de las propinas, pero incluso al consumir allí tuvimos que pagar por ir al baño. Noemí nos dijo cuánto dejar como mucho. Al irnos nos dio su teléfono y nos dijo que la llamáramos si teníamos algún problema.  
Era la hora de cenar, así que pensamos en ir a por algo baratito. Nos acordamos del rapidito del barrio Chino y fuimos para allá con la intención de llevarnos la comida a la casa. Cenamos y nos fuimos a acostar, había sido un día muy largo.

Mañana recogeremos un coche que ha alquilado Raúl y empezaremos nuestro viaje-aventura por la isla pero no quiero adelantarme a los acontecimientos...

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